Lunes, 26 Noviembre de 2012 a las 15:18:07
Publicado por _SAG_
La India es un país de colores, olores, sabores, buenas y malas experiencias, pero allí vivirás cosas inimaginables, situaciones totalmente surrealistas. Con este artículo queremos daros a conocer de una manera amena (o intentarlo por lo menos) las cosas más peculiares que nos pasaron en nuestra visita a este singular país.
PRIMERA COMIDA HINDÚ
Habíamos contratado un rickshaw para visitar Delhi, tras toda la mañana comiendo polución había que recuperar fuerzas, así que paramos en un restaurante. Nos sentamos en una mesa donde acababan de comer unos locales. Éramos los únicos extranjeros en el restaurante y el camarero vino a recogernos la mesa. Cuál es nuestra sorpresa cuando el camarero coge una servilleta, se la pasa a los platos, cubiertos y vaso y nos lo vuelve a colocar todo de nuevo. Lo mejor los tropezones que se paso por alto, casi que con ellos ya podíamos haber comido. Sorprendentemente la mayoría de las personas que estaban en el restaurante colocaban un plástico en el plato donde echaban la comida. ¡Chicos listos!
MC DONALDS PASADO POR FANTA
Al día siguiente y tras nuestra primera experiencia en un restaurante Hindú nos encontrámos con un Mc Donalds. ¡Adjudicado! Uno de los mayores menús que vimos jamás, había tres hamburguesas, Mc filete de pescado (por llamarlo de alguna manera), Mc Chicken y Mc Chicken Maharajá, que viene siendo lo mismo pero con sabor a curry, así que nos decidimos a probar la Maharajá.
Cogimos una mesa diminuta que milagrosamente estaba libre, uno se quedó sentado mientras el otro pedía. Tras recoger la hamburguesa, las patatas fritas en aceite de coche de 1994 y la Fanta (que pone claramente “no contiene zumo de fruta”) me dirigí a la mesa. Sorprendentemente se nos acopló una familia India y muy amables ellos nos dejaron una pequeña esquina para comer. Éramos Mama India, Papa Indio, churumbeles varios y nosotros en una mesa para 2. Coloco con cuidado la bandeja en los 2 cm2 que nos habían dejado de mesa y desgraciadamente la Fanta le cayó por encima a Papa Indio, ¡Haciendo amigos!. Le pido disculpas, el señor pone mala cara y yo me levanto a por otra Fanta. Tras volver a la mesa, coloco de nuevo la Fanta en la mesa, la cual se vuelve a tambalear y le cae otra vez al señor encima. ¡Tierra trágame! Le acabo de tirar dos Fantas por encima en menos de 5 minutos. Su mujer me mira como diciendo: ¡Estamos locos o que!. El señor se levanta indignado y se come su Mc Chicken Maharaja de pie junto a la mesa mientras que el resto seguimos sentados. Por cierto, la hamburguesa nada del otro mundo.
DE PASEO POR LAS VÍAS
Tras 10 horas de tren llegamos a Jodhpur desde Delhi, nos sorprendieron gratamente los trenes ya que nos esperábamos algo mucho peor. Saliendo de la estación nos pusimos a consultar la Lonely Planet cuando nos dimos cuenta de que nos la habíamos olvidado en el tren. El tercer día en India y ya habíamos perdido la Lonely ¡Qué raro! Mi novia se quedó esperando en la estación y yo tras decirle: ¡Vengo en 5 minutos!, eché a correr hacia el andén.
Cuando llegué primera y segunda clase ya estaban cerrados. Había varios trabajadores junto al tren, tras preguntar a unas cuantas personas y comprobar que sabían tanto inglés como yo Hindú, desistí y entré por tercera clase, recorrí unos cuantos vagones e intenté pasar al vagón donde habíamos dormido. Estaba todo cerrado pero eso no fue lo peor, el tren empezó a caminar y yo a correr hacia la puerta que estaba en la otra punta. Cuando me asomé ya íbamos a la velocidad suficiente como para hacerme algún rasguño y morir lenta y dolorosamente de alguna infección de la cantidad de mierda que había en las vías si me lanzaba. Solo me quedaba esperar a que el tren parase en la próxima estación y no cuando llegase a la otra punta del país. Tras 10-15 minutos de trayecto paró en una pequeña estación donde cambiaban las sábanas de las literas. Cuando salí del tren me miraron con cara de “Pero que haces tú aquí”. Con gestos conseguí indicarles lo que me había pasado, me abrieron el compartimento cogí la guía y les pregunté cual era la manera más rápida de volver a la estación de Jodhpur. Increíblemente la única manera de volver era por las vías. Así que nada, ahí estaba yo en India, a las 9 de la mañana sin desayunar, a 35 Cº corriendo por las vías del tren en chancletas esquivando mierda humana llegada directamente de los wáteres del tren. ¡Qué plan más genial! Tras casi 20 minutos corriendo por las vías llegue a la estación al borde del desmayo. El “Vuelvo en 5 minutos” se había convertido en 1 hora y mi novia allí estaba disfrutando de su popularidad siendo fotografiada y grabada por unos 20 indios. Empezaba bien el día.
GHATS SAGRADOS. ¡BARATO BARATO!
“No hacer caso a nadie que se os acerque y os quiera llevar al lago” Esa fueron las últimas palabras que nos dijo nuestro conductor tras dejarnos en Pushkar. Caminamos 2 metros y se nos acerca un niño muy pequeño con una flor en la mano y nos hace señales hacia el lago. ¡Qué rico!
Le acompañamos un rato hasta que nos salieron al paso unos sacerdotes o eso decían ellos. ¡Niño cXXXn! ¡Ya nos liaron, como siempre! Nos cogieron y nos llevaron poco menos que a la fuerza a las escaleras de los Ghats. Nos empezaron a preguntar que si teníamos familia, que nos iban a hacer un ritual para que tuviesen salud y suerte y bla bla bla. Cualquier idea parecida a marchar de allí les parecía fatal, así que pensamos, hacemos la pantomima 5 minutos y nos marchamos. Empieza el ritual, el Indio me empieza a pintar la frente y los papos, me tira arroz por la cabeza y por la cara, me echa agua por encima y me dice repite conmigo. Empieza a decir cosas en Hindú y yo repitiéndolas de la manera más ridícula que os podéis imaginar intentando aguantarme la risa. Tras 10 minutos diciendo cosas sin sentido en Hindú y aguantando un golpe con un coco en la cabeza cada 10 segundos el tío termina el ritual, y nos dice con sus santas narices: “Bueno ahora por lo que os acabamos de hacer nos podéis dar 250 euros, 300 euros cada uno, lo que os venga mejor.” Este tiene que estar de broma pensamos. Conclusión le dimos 5 euros al cambió y marchamos de allí echando leches, esquivando las miradas asesinas que nos echaban los sacerdotes. Al final hicimos buen negocio, 2 rituales con valor de 600 euros por 5 euros. ¡Olé! Nota mental: Ignorar a todo niño con flores. |