La ciudad de Potsdam fue elegida por gobernantes de Brandenburgo y Prusia como ciudad residencial, quienes dejaron en ella un legado de edificios y jardines que en gran parte están catalogados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Sólo en el gran Parque de Sanssouci podemos encontrar el Palacio Nuevo, el Palacio de Galería de Pinturas (Bildergalerie), el Palacio de las "Cámaras Nuevas" (Neue Kammern), la Orangerie y el Palacio de Charlottenhof, además de otros edificios singulares, como la Casa China, el Molino Histórico o la Casa del Dragón, y, por supuesto, el Palacio de Sanssouci ("sin preocupaciones"), que da nombre al parque, y que era el palacio privado de Federico.

Pero hay más parques y palacios en la ciudad.
En el parque de Babelsberg, está el palacio del mismo nombre.
En el monte Pfingstberg, el Belvedere.
En el Jardín Nuevo (Neuer Garten), originalmente de estilo inglés, encontramos el Palacio de Mármol y el Palacio de Cecilienhof, donde se celebró la histórica Conferencia de Potsdam tras la Segunda Guerra Mundial entre soviéticos, británicos y estadounidenses.

Un símbolo de la división posterior de Alemania fue el Puente Glienicker sobre el río Havel, que separa Berlín y Potsdam, y donde existía un puesto fronterizo entre ambos países.
Un memorial de esta época de la ciudad es el de la KGB en Leistikowstraße

En un paseo por el centro histórico, además de acercarnos al Mercado Antiguo, donde se encuentra la Iglesia de San Nicolás, y al Mercado Nuevo, y ver las tres puertas de la ciudad (la de Brandenburgo, la de la Caza y la de Nauen), veremos edificios que tenían uso claramente militar (no obstante, Potsdam fue también una ciudad-cuartel), como los "barracones para los granaderos casados", o el "gran orfanato militar".

Si queremos ver un trocito de otro país en la ciudad, podemos visitar el Barrio Holandés, o la colonia rusa de Alexandrowka, con casas típicas de ambos lugares. Prusia se caracterizó por ser un reino de tolerancia, y por eso acudieron a él gentes de gran diversidad.